Hace unos días solicité -a algunos amigos a quienes tengo por referente intelectual o espiritual- que prepararan unas líneas explicando su visión y experiencia sobre los acontecimientos históricos que estamos viviendo: la crisis del COVID-19 o del coronavirus.

Javier Melloni ha sido el primero en responderme y en hacerme llegar su texto, así que con él comienzo una nueva categoría del blog: las firmas invitadas.

Como siempre, Javier nos propone una aproximación espiritual a la cuestión que traspasa su vivencia superficial para invitarnos a una experiencia profunda de la realidad.  Hay otros muchos que nos hablan sobre las consecuencias económicas, sanitarias, sociales y culturales de esta crisis…  Pero se agradece encontrar -en medio de tanto ruido informativo- una voz sosegada, profética y valiente que nos proponga descubrir en esta crisis a un maestro que nos conduce a un nuevo comienzo.

 

El confinamiento, un paso iniciático colectivo (artículo de Javier Melloni)

 

El retiro como iniciación: descenso a los infiernos y resurrección

 

En todas las tradiciones religiosas y espirituales de la humanidad se han practicado y practican períodos de retiro, más o menos prolongados según la importancia del paso iniciático que está en juego.

Un paso iniciático implica un cambio de nivel, un salto cualitativo en la vida de los miembros del grupo o de la comunidad que participan.

En los pueblos aborígenes africanos -y también en otros pueblos originarios- el rito más importante se hace en el pasaje de la adolescencia a la madurez. Comporta el apartamiento durante semanas o algunos meses en el interior de la selva, donde son puestos a prueba de diferentes modos y son instruidos en los secretos de la tribus, así como son puestos en contacto con las fuerzas o Presencias trascendentes.

De un modo semejante, en todas las tradiciones espirituales se proponen retiros más o menos prolongados de silencio en lugares apartados para realizar este viaje hacia dentro. Hay que alejarse del mundo conocido y despojarse de las señas de identidad con las que uno ha crecido hasta entonces para confrontarse desnudamente con lo Esencial.

Se desciende a los propios infiernos, se mira rostro a rostro a la propia sombra y a la sombra de la tribu y se recibe un nuevo nombre como fruto de la fortaleza y de la sabiduría que se ha recibido de ese descendimiento.

¿Puede vivirse este confinamiento impuesto por ley como un retiro iniciático?

 

¿No es esto lo que está sucediendo en estos momentos, pero no de un modo individual sino colectivo?

¿No está siendo nuestro confinamiento, nuestra reclusión, la oportunidad para un mayor acercamiento a nosotros mismos, una bajada a los infiernos de nuestros miedos, incluso, en algunos casos, hasta llegar a padecer la experiencia de la misma enfermedad con la consiguiente cercanía a la muerte?

¿No es todo esto una oportunidad personal y colectiva para ser más verdaderos y alcanzar una mayor fortaleza y una mayor sabiduría compartidas?

Con todo, ese viaje iniciático, si no está bien acompañado, tiene el riesgo de quedarse a medio camino.

La prolongación de este confinamiento, ¿no es acaso la oportunidad de no dejar a medias el proceso y de seguir yendo más adentro?

 

 

De nada servirá la crisis del coronavirus si no supone un nuevo comienzo

 

No hemos de tener prisa por salir, porque justamente de lo que se trata es de lo contrario: de que entremos, de que nos adentremos más a fondo de nosotros mismos, así como de las entrañas de la sociedad en la que vivimos y alcancemos una mayor comprensión y nuevo conocimiento.

Si no, no habrá servido de nada este confinamiento. Si no llegamos realmente al fondo de lo que está en juego, simplemente repetiremos la vida de antes y no habrá servido de nada tanto sufrimiento ni tanto esfuerzo.

Esto es lo que sucedió con la crisis financiera y económica del 2007. Hubo recesión económica, aumento de paro, trágicos desahucios, detención de muchas construcciones en el extrarradio de poblaciones ya demasiado congestionadas o que seguían invadiendo la naturaleza. Pero, con la llamada “recuperación económica”, todo volvió a ser como antes, como si no hubiera pasado gran cosa, como si no hubiéramos aprendido nada, como no sea a desconfiar de los bancos, aunque seguimos atados a ellos.

Sería una gran pena dejar perder la gran oportunidad colectiva que se nos está dando si volviera a pasar lo mismo.

 

El COVID-19 como maestro que nos invita a viajar a nuestros adentros

 

Pero parece que este virus no nos va dejar tan fácilmente. Es nuestro maestro, severo maestro que no nos deja escaparnos antes de que comprendamos y asimilemos el mensaje que ha venido a traernos. Un mensaje abierto, como son los que provienen de las regiones más elementales y esenciales de la vida. Parece que vamos a tener que estar alerta por largo tiempo.

Así que, tengamos el coraje y la sabiduría de ir hacia dentro y nutrámonos de todo aquello que nos fortalezca y nos esclarezca para ello.

Todavía estamos a tiempo.

 

Javier Melloni

Manresa, 2 de mayo de 2020

 

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