Es un hecho que cualquiera puede comprobar en sí mismo que conocemos y hablamos desde lo que sabemos, ni más ni menos.  Por ese motivo, demasiado a menudo reducimos los planteamientos ajenos a nuestras muchas o pocas categorías, simplificamos el mensaje del otro hasta hacerlo encajar en razonamientos con los que nos sentimos cómodos y seguros.

Supongo que será ésta la causa de que, de vez en cuando, me encuentre con algún erudito que al tratar sobre Panikkar (normalmente para criticarle a él o a su pensamiento) le tilda de panteísta…  Pese a que el propio Panikkar repitió en muchas ocasiones que el panteísmo le quedaba pequeño.

De hecho, si tuviera que encorsetar el pensamiento Panikkar en una calificación sería -con muchos matices- en la de un panenteísmo advaita.

Sin embargo, más allá de las clasificaciones -que siempre resultan restricciones o limitaciones de la riqueza de una realidad siempre distinta y única- prefiero que sea el propio Panikkar quien ponga fin al error de considerarle panteísta:

Lo digo constantemente y lo vuelvo a repetir: el panteísmo es erróneo por defecto y no por exceso.  Quiero decir que es falso no por lo que afirma (a saber, que todo es divino) sino porque invierte el enunciado al afirmar que todo lo que vemos y todo lo que es objeto de nuestro pensamiento, aquí y ahora, es idéntico a la divinidad.  Ahora bien, todo es divino, cierto, pero lo divino no se identifica de manera inmediata con nada que se pueda pensar, ver o imaginar: lo supera infinitamente. (…) Dios no es ni puramente trascendente ni puramente inmanente.  (…)  Para introducir cierta inteligibilidad a todo esto, pienso que es fundamental la experiencia advaita, la experiencia de la a-dualidad.

Panikkar, Entre Déu i el Cosmos, Pagès Editors, Lleida, 2006, pp. 124-125  (Trad. a.)

Después de esto, ¿alguien va a volver a repetir -sin sonroja-rse de vergüenza- que Panikkar era un defensor del panteísmo?

 

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