Hoy, este post, puede que sea para ti.

Va dedicado a todas aquellas personas que, en los momentos en los que más las necesitas, te sorprenden yendo mucho más allá de lo esperable y exigible.

Corazones que acompasan su ritmo con el tuyo para mostrarte su apoyo y comprensión, al mismo tiempo que comparten lo que tienen y lo que son contigo, porque perciben que tú solo no puedes más.

Familiares, amigas y amigos, profesores y maestros a quienes no es preciso pedir socorro porque se adelantan a tus necesidades y están ahí, no sólo para recogerte, sino para evitar que caigas.

Almas que te aman con obras, llegando con ese cariño donde las palabras callan…  Donde sólo cabe el silencio.

Tú que curas y no juzgas, que acompañas y no empujas, que animas pero no fuerzas…

Tú, lo sepas o no, eres la prueba palpable de que Dios existe y de que hoy está en Ti…  Acercándose a mí.

Tú eres su ángel, aunque no tengas alas…  Y hoy te doy las gracias por ello.

Gracias, mil gracias por sorprenderme con tu amor…

Ojalá también yo algún día pueda sorprenderte a ti…  Y a Ti.

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