Hay canciones que parece que te acarician el corazón, provocándote ese cosquilleo que te eriza los pelos del alma. En mi caso, ésta es una de ellas. Tal vez porque así conocí a mi esposa, por un capricho del azar, que -en realidad- no fue capricho sino regalo. Estate atento, mira a tu alrededor, disfruta de cada instante, porque nunca sabes en qué esquina o recodo del camino te espera el destino… Sería una pena que tu tren partiera sin ti porque no le has prestado atención.
Disfruta…
Fue sin querer…
Es caprichoso el azar.
No te busqué
ni me viniste a buscar.
Tú estabas donde
no tenías que estar;
y yo pasé,
pasé sin querer pasar.
Y me viste y te vi
entre la gente que
iba y venía con
prisa en la tarde que
anunciaba chaparrón.
Tanto tiempo esperándote…
Fue sin querer…
Es caprichoso el azar.
No te busqué
ni me viniste a buscar.
Yo estaba donde
no tenía que estar
y pasaste tú,
como sin querer pasar.
Pero prendió el azar
semáforos carmín,
detuvo el autobús
y el aguacero hasta
que me miraste tú.
Tanto tiempo esperándote…
Fue sin querer…
Es caprichoso el azar.
No te busqué,
ni me viniste a buscar.