Leer, para mí, es un placer…  Y una necesidad.  De algún modo es una droga buena, medicina para el alma.

Cada libro es un ladrillo que me construye por dentro.

Cada buen ensayo es un diálogo con una mente brillante que te permite asomarte a su universo interior para que tomes lo que te sirva, para que te descubras desde otra perspectiva, para que te enriquezcas y crezcas gracias a sus intuiciones y experiencias.

Cada novela es una forma -como decía Unamuno- de vivir la vida que otros soñaron.  Y así descubrimos sentimientos, miedos, anhelos y rincones de nuestra alma que nunca antes habíamos explorado.  Porque cada personaje nos dice algo de nosotros mismos, cada trama tiene que ver con nuestra vida, cada paisaje tiene pinceladas de nuestro camino.

Cada cuento es un transmisor de importantes conocimientos sobre nosotros mismos y sobre la vida, narrado para que hasta los más pequeños de la casa puedan digerirlo sin atragantarse, alimentándose sin darse cuenta de lo mucho que están recibiendo.  Semillas que crecerán en su interior hasta dar increíbles frutos.

¿Y la poesía?  ¿Qué decir de la poesía?  Cada poema es una forma de descubrir la Belleza del Todo en lo concreto, mediante imágenes y palabras que consiguen llegar mucho más allá de sí mismas.  Como decía Becquer, ‘poesía eres tú’.

Y para los amantes de lo breve, cada sentencia, cada aforismo y cada proverbio son una explosión de Sabiduría y comprensión a través de la fusión del átomo que son unas pocas palabras bien escogidas e hilvanadas.

Cada libro es una joya, una perla, una puerta, un mensaje, un regalo…  Y, de algún modo casi mágico, está hecho especialmente para ti.  Asómate a sus páginas y comprobarás que siempre hay una frase, una imagen o una idea que -justo ahora- era lo que más necesitabas.  Basta con leer para encontrarla.

Ah, los libros…  Esos amigos que nunca deben faltar en nuestra casa.

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