Los faros, silenciosos y solitarios en medio de la oscuridad, siempre me han despertado ternura.
Ahí están, en silencio, en la costa, arrojando su luz una y otra vez para que los barcos que navegan por las aguas tengan una indicación de dirección y un aviso sobre dónde se encuentra tierra para evitar un accidente fruto de una mala visibilidad durante la navegación.
Los faros están ahí, haya o no haya barcos, por si acaso. Viven cumpliendo su función, que es dar luz. No esperan nada a cambio. No hay reconocimientos a su labor abnegada, repetitiva, anónima, invisible para la mayoría… Pero quien ha perdido el rumbo en alta mar, en medio de una tempestad, sabe que le debe la vida, que su luz le ha mostrado el camino y le ha permitido llegar sano y salvo a su destino.
Todos tenemos nuestros faros, todos los hemos tenido. Y seguro que, en algún momento, aunque no lo sepamos, hemos sido faro para otros… No hay vida insignificante, no hay existencia pequeña. Ser quienes somos y estar en lo que hacemos es luz más que suficiente para que otros encuentren su propio ser y hacer.
Gracias por ser faro, gracias por tu luz… No te apagues… ¡Jamás!
También como a ti, Quim… la metáfora del faro siempre ha estado presente en mi vida y de una manera profundamente poderosa. En los tiempos que vivimos hay sobre-abundancia de información… hasta el extremo de que, a menudo, ésta nos satura… Pero, esto, a la vez, es también una gran bendición. En estos momentos fácilmente podemos acceder, y a menudo sin coste, a la sabiduría perenne que la humanidad atesora desde el inicio de los tiempos… a través de ella se nos regalan innumerables textos maravillosos y llenos de sabiduría, y el ejemplo de innumerables vidas llenas de luz y discernimiento, faros de maravillosa luz para guiar nuestros pasos hacia esa misma Luz, eterna y siempre disponible.
Gracias, un cariñoso saludo, para ti y para toda la comunidad que compartimos este espacio de sincera búsqueda.
Antoni
Voy a aprovechar tu comentario para agradecerte tus reflexiones diarias. Cada una de ellas arroja un nuevo foco de luz sobre el texto que propongo, abre nuevas perspectivas, invita a nuevas meditaciones. Tus aportaciones enriquecen mis textos, me enriquecen a mí y enriquecen a todos aquellos que disfrutan con lo que escribes. Un abrazo repleto de agradecimiento, Antoni.
Buenos días, gracias Quim por tan bella reflexión, riquísima, me quedó resonando el «no hay vida insignificante, no hay existencia pequeña» comprender lo importante que somos y lo bien que podemos hacer, siguiendo los temas anteriores solo con «ser», y como dice Antoni, sin dejar de descuidar también nuestros faros, de que nos nutrimos, abrazo grande queridos amigos, hermosa y bendecida jornada