Soy de los que creen que la función de la escuela es educar en armoniosa complementariedad con los padres, ayudar a dar a luz lo que llevamos en nuestro interior.

Soy también de los que creen que somos cuerpo, mente y Espíritu.  Así que considero que esa educación debe trabajar lo material, lo intelectual, lo emocional, lo psicológico y lo espiritual.

Y, sin embargo, no está de moda.

Como con la mayoría de los supuestos procesos de ‘liberación’, a los ‘libertadores’ se les va la mano…  Y por el desagüe echan al niño junto con el agua sucia.

Es comprensible que quisiéramos liberarnos de una moral impuesta, de una religión de estado.  Para muchos es un sinsentido.

La espiritualidad es algo personal, que nace de lo más íntimo y en lo más íntimo…  No cabe imponer una religión por decreto porque eso no es religión, es otra cosa.

Pero de ahí a la incultura religiosa, espiritual y emocional que hay en la mayoría de nuestras escuelas y de nuestros jóvenes, dista un abismo.

Y esa incultura hace daño.  Nos deshumaniza.

Ya se están sintiendo sus efectos.

Pero cada vez serán mayores y más evidentes…  Si no hacemos nada por evitarlo.

Traté de este tema en una de mis conversaciones con Mario Conde, y comparto completamente cuanto dijo en aquel momento…  Hace ya unos años:

 

Tal vez sería interesante que en las escuelas se diera un conocimiento histórico, doctrinal, moral y simbólico sobre las distintas religiones, para que los niños percibieran la amplitud e importancia del fenómeno religioso en millones de personas y en todas las culturas que en el mundo han sido.  Tal vez esta aproximación ayudaría a que descubrieran los paralelismos de fondo existentes entre las distintas formas espirituales, ayudándoles a encontrar su camino y a comprender que no todo el mundo tiene por qué transitar por la misma senda.

 

Quiero leer más

 

Miedo me da la incultura espiritual, emocional y religiosa que descubro en los más jóvenes.

¿Realmente somos conscientes de dónde nos puede llevar formar así a nuestros hijos?

¿El mundo al que nos condena esa decisión?

¿El futuro al que les condena a ellos?

¡Démosle una vuelta!

¡Démosle la vuelta!

 

¡Que tengas un día maravilloso!

Nos seguimos leyendo.

Share This