error y éxito

Desde pequeño me han repetido que unas veces se gana, y otras se pierde.  Y es casi cierto, porque a veces las cosas salen bien, y en otras ocasiones salen mal.  Por nuestra culpa o sin que podamos hacer nada por evitarlo.  No siempre se alcanza el éxito, tenemos límites y -además- no es raro tampoco que el azar juegue en nuestra contra.

Sin embargo, la afirmación de que a veces se pierde necesita un matiz.  Porque perdemos el objetivo que perseguíamos, pero -si prestamos atención a lo sucedido- ganamos en experiencia.

Así que, por favor, reformula la frase: a veces se gana, y otras se aprende.

El único fracaso auténtico es que las cosas no salgan como habíamos planeado y que, además, no aprendamos nada de nuestros errores.  En cualquier otro caso, hay una ganancia: hemos aprendido un modo maravilloso de no hacer las cosas.  Si no repetimos ese camino, ya estaremos un poco más cerca del éxito.

La experiencia de que esto es así nos llena de optimismo porque, alcancemos nuestra meta o no, ya habremos dado un importante paso hacia ella.  El camino hacia el éxito está plagado de fracasos, son estaciones por las que hay que pasar antes de llegar a nuestro destino.  Forman parte de nuestro particular camino.

Así que no lo olvides: aprender de una derrota la convierte en una victoria.

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