Las ilusiones nos mueven, nos mantienen en marcha, on fire,y lamentablemente a menudo lo olvidamos.

Por cuestiones de logística familiar, entre semana despierto a mis hijos a las seis de la mañana. Aunque tienen buen despertar, no es raro que me pidan un par de minutos extra… Ni que, para convencerme, me pidan qur me tumbe con ellos.

Hoy, sin embargo, ha sido un día distinto. La pequeña de la casa se va hoy de convivencias con el colegio, y ya ayer por la noche estaba como loca. Tan como una moto estaba que no pudo dormirse hasta cerca de la medianoche. Lo lógico, por tanto, es que hoy me hubiera pedido unos minutos extra, que estuviera muerta de cansancio… Pues no. Ha sido entrar en su habitación y ha saltado de la cama casi sin que llegara a darle el beso de buenos días. Se ha vestido, desayunado y hecho la cama en un suspiro y -en un abrir y cerrar los ojos- estaba dándonos prisa a todos para salir de casa camino del colegio.

Ilusión, eso era lo que desprendían sus ojos y la animaba. Y esa ilusión me ha hecho caer en la cuenta de todos esos días en los que parece que nos cuesta levantarnos de la cama. Puede que estemos huérfanos de ilusiones… Probemos, cada noche, a planear algo que nos ilusione para el día siguiente: un encuentro, un juego con nuestros hijos, un aperitivo con nuestra pareja, ver una nueva película, superar nuestro tiempo al correr, un café con un viejo amigo, escribir un post o una noche de pasión…

No importa qué nos ilusione, lo que importa es que cada día tengamos un objetivo concreto y cercano que nos ponga en marcha y nos anime a seguir adelante… A tope.

Te animo a probarlo… Porque, al menos a mí, me funciona. Ya me dirás qué tal te va a ti.

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